Arena, grava con subsuelo arcilloso y piedra gruesa donde se levantan las cepas del famosísimo Chateau Haut-Brion, uno de los cinco grandes de Burdeos. El Chateau data de una historia de cinco siglos cuya dirección ha pasado por diversas familias, fue el primero de los chateaus más importantes en introducir el depósito de acero inoxidable recibiendo en su momento numerosísimas críticas por parte de sus vecinos. Se le puede considerar el precursor de las técnicas modernas siempre manteniendo la tradición, actualmente es uno de los chateaus con mejor infraestructura de Burdeos gracias a la familia propietaria, la familia Dilon que se esfuerza en mantener la filosofía.

En breves palabras podríamos calificar de ancestral al chateau más conocido de Pessac-Leognan.

Un selecto grupo de invitados pudimos acudir a la cata vertical de las añadas 2001, 1999, 1998, 1996, 1995 que se celebró en el Hotel Maria Cristina de San Sebastián.

Los vinos estaban fabulosos, para mi gusto personal habría empezado por la añada más antigua para finalizar con la más reciente, pues duros taninos de la juventud para mi son preferibles al final de la cata.

Analizando los vinos a simple vista (y olfato y gusto), diré que son los vinos más antiguos los que dan la talla debido al poco tiempo de desarrollo en botella que los vinos más jóvenes han tenido. Burdeos es una zona con un clima muy fuerte para la maduración de las variedades y por esto necesitan al menos 10 años de botella para un buen disfrute.

La añada 2001 presentaba muchas notas de fruta fresca, especias, frutos secos, para pasar por boca con potencia y buena acidez. Taninos muy presentes, aún sin pulir pero nobles. Un gran vino

El 1999 presentaba unos notas en nariz ligeramente mas sutiles que el anterior, pero se dejaba notar todavía esa intensidad frutal acompañado por las ya clásicas especies y unos toques aún vegetales que le daba un buena frescura. En boca era ligeramente más amable pero con un final largísimo.

El 1998, para mi quizás era el que más acidez presentaba de todos y unas notas mas profundas del terroir, humos, tabaco, cueros limpios, tostados, con un final amable,  sin duda era el que más mostraba la tipicidad de las uvas y de la zona.

El 1996 presentaba una excelente evolución, el mejor de todos ellos ya que el resto se notaban muy reducidos. Presentaba una buena concentración de aromas de tabaco, café, cueros, minerales, aromas de sotobosque con los taninos pulidos en boca. Fino elegante y un final maravilloso

El 1995 el más evolucionado de todos, algo lógico, pero con una persistencia, tanto en nariz como en boca, que no se va de la memoria fácilmente. De todos ellos el vino más fino en color y aroma, al abrirse dejó una buena sensación en boca y en el recuerdo.

La cata resultó ser una experiencia increíble, una auténtica maravilla para los paladares que allí nos reunimos.

Antonio García