LA NO TONTERÍA DEL MARIDAJE
He escrito en muchas ocasiones acerca del maridaje, de la unión de sabores y aromas entre la comida y el vino para mejorar el disfrute de ambos.
Una de las acepciones de la palabra maridaje es la de unir o enlazar, entre la comida y el vino. En este caso a pesar de lo crítico y selectivo que suelo ser, no me parece que esté mal escogida, como recientemente he leído un articulo de un crítico en contra de esta palabra.
A la hora de hablar o escribir siempre tengo muy en cuenta a las personas que lo van a oír o leer. La frase o palabra debe ser bien interpretada y su significado no debe ser tergiversado. El lenguaje de los profesionales siempre debe ser creíble, entendible, y nunca adulterado por palabras que no expresen con el suficiente rigor la idea que estamos intentando transmitir. Las expresiones que utilicemos no deben ser imprecisas o imaginativas sino adecuadas.
Hay profesionales tan elocuentes que da gusto escucharlos, sin embargo hay otros casos en los que la originalidad del vocabulario en ocasiones enmascara la exactitud.
Hace unos pocos días oí a un Sumiller una conversación con otro cliente que le pedía más información sobre un vino concreto, la respuesta del Sumiller fue «te voy a contar un cuento”. Me quedé anonadado ante ese tipo de respuesta. Soy una persona que valora su profesión como algo sagrado, por eso mismo esa respuesta me dejo en shock. Los cuentos se cuentan a los niños, al cliente hay que darle la información necesaria. Las batallitas sobre los vinos están bien para contar alrededor de la mesa pero un profesional tiene que saber diferenciar entre informar y contar historias.
Debemos ser capaces de hablar sin metáforas utilizando únicamente los términos técnicos del mundo del vino. Evidentemente para poder usar correctamente estas expresiones hay que tener los conocimientos necesarios y así cuando un cliente elige tu casa poder darle el mejor servicio y con la mayor profesionalidad.