Vinos con glamour
Cuando estamos hablando de vinos que nos han enamorado caemos inevitablemente en la comodidad de dejar de interpretar todas las características del vino. Aquel ‘crítico experto’ que somos cuando probamos un vino nuevo, queda aparcado cuando el vino que degustamos es uno de esos que tiene un lugar especial en nuestra memoria. Al relajarnos con ‘nuestro vino’ es común dejar de prestar atención a todo lo que quiere transmitirnos: la visión sobre el medioambiente, la naturaleza y el lugar del que procede.
Todo esto no es más que una intención de darnos información e invitarnos al mejor disfrute que el vino es capaz de ofrecernos. Algo que es capaz de activar en nosotros el talento de disfrutarlo a niveles mucho más profundos de lo habitual. Hacer que pensemos de manera más positiva, huyendo de convencionalismos. No es necesario estar acompañado, una conversación de tú a tú conel vino es quizá una de las experiencias más sinceras. Sentir que progresamos por uno mismo, reflexionando y enorgulleciéndonos de nuestra independencia e individualidad en un mundo tan saturado de opiniones. Esto hace que queramos seguir explorando cada vez más lejos, saliendo de las zonas de confort para alcanzar nuevos horizontes. Poco a poco podremos notar que cimentamos nuestra capacidad de análisis siendo mucho más audaces cada vez que nos enfrentemos a un nuevo vino.
Cipma II (Blanco seco, elaborado con pedro ximenez)
El último vino que me ha seducido es este blanco glamuroso, una palabra que no es baladí pues creo que es la que mejor que se le ajusta. Un vino de estos que te paraliza, impidiendo que corras y lo despaches con facilidad. Además del enorme gusto que proporciona está el hecho de que no quieres que termine de mostrarse, que cada sorbo sea una nueva percepción. Uno de esos vinos que cuando despiertas de su hipnosis reflexionas sobre la ilusión que proporciona descubrir un nuevo tesoro.
Cipma I y Cipma II (Pedro Ximenez)