De regreso a Bilbao no puedo dejar de recordar el maravilloso paisaje que he tenido el placer de redescubrir. Ya es la duodécima vez que visito este incomparable lugar, inolvidable me atrevería a decir, gracias a sus muchos detalles, sus gentes, sus suelos y paisajes, aunque sobre todo por su vocación por elaborar excelentes vinos.
Al cabo de 21 años, hemos podido comprobar que por muchos avances que existan en el mercado, la tradición unida al conocimiento de las diferentes variedades y suelos pizarrosos acompañado por una parte de tecnología es suficiente para seguir avanzando en el Priorato.
Se ha avanzado mucho pero sin duda la experiencia veterana de las gentes del lugar es lo más valorado. Hablando con jóvenes enólogos he apreciado que la mayoría basa sus acciones en base al respeto al medio ambiente heredado del padre y del abuelo, y en muchas ocasiones defienden esos ideales haciendo referencia a palabras del padre. Año tras año siempre que vuelvo a la zona y tengo la oportunidad de mantener una conversación con estos enólogos, siempre sale a relucir la referencia a la herencia del padre, abuelo o de una persona de muchas más experiencia. Ese afán de resaltar a la gente de siempre, la que ha estado allí toda la vida, con sus métodos y tradiciones es mucho más importante para ellos que la tecnología, las nuevas tendencias o innovaciones, pues en esta zona lo bueno es defender a ultranza el pasado. Quizás sea el clima, combinado con la pronunciada orografía ha sido la que ha hecho menos efectivos los avances tecnológicos, que seguro no habrían sido tan beneficiosos para nuestros sentidos pues es sin duda este carácter tan tradicional el punto clave para disfrutar del Priorato.
Si miro al pasado y valoro los vinos de Priorat desde el primero que tomé en la propia tierra, afirmo que cada vez me han gustado más y más, llegando al punto de considerarlos en este momento inmejorables. La diferencia es que ahora podemos disfrutar de vinos de finca o pueblo, vinos que sin duda marcan a fuego el terroir de cada localidad. Vinos que demuestran la importancia de beber vinos de finca puros, sin mezclar entre pueblos. Un carácter típicamente Bordelés, donde se prefieren aromas y sabores del suelo con una crianza en madera excelente pero sin que sea un impedimento para el consumidor el poder disfrutar de la esencia.